«No te preocupes de ser feliz, mejor ocupate de ser fuerte»
Según Tomas Navarro la fortaleza nos da seguridad y eso nos lleva a ratitos de felicidad. Estas frases de su último libro me han llevado reflexionar sobre mi no felicidad.
Lo primero es hacer una lista de lo que pasó, y lo que esta pasando.
Yo era feliz…..
…..con mis complicaciones cotidianas y mis preocupaciones vitales, pero lo era o pensaba que lo era, ya que lo tenía todo para conseguir mis metas en la vida.
Y de repente un día todo se desmoronó, ya que la persona a la que había elegido para darle mi corazón (con todo lo que conlleva) me traicionó. Me puso los cuernos durante meses con otra mujer, dejó de quererme y de trabajar por nuestra relación conscientemente para quemarme y cabrearme y así, (y como siempre) que yo diera el paso a esa temida conversación que ya habíamos tenido miles de veces donde tratábamos el tema del compromiso, me hizo creer que es que me quería pero se había desenamorado (y yo tonta le creí), no se lo pensó dos veces y me dejó.
Consecuencias:
1-Sentirme culpable y fracasada, porque solo veía lo mal que lo había hecho yo. Todo era culpa mía.
2-Ruptura con una parte importante de mi vida: amigos, familia y lugares.
3-Miedo escénico: no volver a un sitio en concreto en años.
4-Aislamiento social: sin redes sociales, con media lista de contactos de WhatsApp bloqueada, con miedo a que cualquiera me vuelva a hacer daño.
5-Falta de confianza en mi misma e inquietud por mi futuro: no me siento capaz de hacer nada extraordinario, ni soy capaz de tener planes vitales.
6-No disfrutar del tiempo libre con naturalidad: incapaz de hacer planes de ocio y cuando los tengo no los disfruto.
7-Rendirme: no creo que pueda tener una relación amorosa con nadie.
8-Miedo: he dejado de confiar en mi misma y en la frase «todo el mundo es bueno».

Hecha la lista, reflexiono sobre el combo fortaleza-felicidad.
Esta claro que en estos 8 puntos está la clave de mi felicidad, ya que han salido a relucir ciertas debilidades que tengo que convertir en fortalezas. De momento me apunto un tanto, el punto tres está superado.
Un poco obligada por mi familia, después de tres años (que ya vale) volví a mi casa. He de reconocer que en cuanto puse un pie en la ciudad, en mi casa lloré. Lloré de pena, de rabia, y por una pequeña victoria. Está claro que he ganado un punto de fortaleza y creo que uno que puede darme otros.
Tal como dice Tomás Navarro en su libro, «transforma la adversidad en un reto». Pues me quedan 7.